Los implantes dentales son un tratamiento dental restaurador que
reemplaza la raíz del diente faltante. La mayoría de los procedimientos para reemplazar los dientes
perdidos solo reemplazan la corona, la parte del diente visible sobre la encía. Con un implante
dental, la raíz del diente también se reemplaza, lo que proporciona un soporte y una funcionalidad
incomparables.
El implante dental en sí toma la forma de un pequeño tornillo, típicamente hecho de titanio. Este
tornillo se inserta en la mandíbula donde solía estar la raíz de un diente. La planificación y la
colocación de este tornillo deben ser muy precisas para proporcionar el máximo soporte y evitar
estructuras sensibles en la mandíbula.
Después de colocar el implante dental, se necesita tiempo para permitir que el hueso crezca a su
alrededor. Este proceso, conocido como osteointegración, es lo que da soporte a la restauración
colocada en el implante. Una vez que el implante se ha integrado con el hueso, se conecta una
restauración a través de un pilar.
Se puede usar un implante dental para reemplazar un solo diente o varios dientes. Una sola corona en
un implante reemplaza un diente; un puente soportado por un implante puede reemplazar dos o tres
dientes; y todo o parte de una fila de dientes puede ser soportado por tan solo cuatro implantes
dentales.
Los implantes dentales son uno de los tratamientos dentales más confiables, predecibles y duraderos
disponibles en la actualidad, con una vida efectiva de muchas décadas. Con el cuidado y mantenimiento
adecuados, un implante dental correctamente instalado puede durar el resto de su vida.